Un niño se pregunta por qué un animal tan grande como el elefante permite ser atado con una cadena detenida por una pequeña estaca si podría levantarla sin mayor esfuerzo. Ninguno de los numerosos adultos a los que interroga le responde de manera convincente… Hasta que, un día, un hombre muy sabio le da una pista para encontrar la respuesta.
“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante, que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños.
Durante la función, la enorme
bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales… Pero después
de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre
permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que
aprisionaba sus patas. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de
madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era
gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de
cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y
huir. El misterio sigue pareciéndome evidente: ¿Qué lo sujeta entonces?
¿Por qué no huye?
Cerré los ojos e imaginé al
indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en
aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a
pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado
dura para él. Imagine que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a
intentar, y al otro día, y al otro…
Hasta que, un día, un día
terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su
destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque,
pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió
poco después de nacer. Lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar
seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su
fuerza”.
Muchas veces permanecemos atados, envueltos, aprisionados en una situación, momento, problema…del cual nos parece imposible liberarnos. Sin embargo ¿no será cuestión de nuestra mentalidad? Jesús L. Cortiñas.
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